sábado, 23 de junio de 2018

QUINTO SERTORIO

QUINTO SERTORIO




    Hoy, en nuestro paseo por la historia, conoceremos a uno de los mejores militares que sirvió, en inicio, a la República romana y que el azaroso destino hizo que se rebelara contra el propio poder romano. Quinto Sertorio (122 A.C.-72 A.C.), un personaje que conocemos gracias a grandes historiadores de su época como Plutarco, pero que al mismo tiempo ha llegado a nuestros días con un aura enigmática y de leyenda. Luchó bajo las órdenes de Cayo Mario, quien fue nombrado cónsul siete veces a lo largo de su vida, lo que suponía un alto honor y reconocimiento sin igual en su época. Cayo Mario le enseñó lo necesario para convertirse en un gran líder, hasta el punto de ser considerado su natural sucesor. 
La llegada a sangre y fuego del dictador Sila a Roma cambió radicalmente el brillante futuro que le esperaba. Sila era enemigo de Mario, lo que le llevó a perseguir y asesinar a todos sus seguidores. Quinto Sertorio, desde Hispania, decidió rebelarse contra Sila gracias al apoyo de antiguos legionarios que se habían asentado en estas tierras. Consiguió el respaldo de muchos de los pueblos que se encontraban sometidos al poder de Roma, pues vieron en él un líder carismático que les permitiría recuperar su libertad. Así comenzó la historia de un militar romano convertido en héroe extranjero al liderar a distintos pueblos de la península ibérica en su lucha particular contra Sila y sus seguidores que, en aquel momento, representaban el poder de Roma. 
Este brillante militar, heredero por derecho de otro personaje histórico que puso en jaque a las legiones romanas y que tantos problemas ocasionó al Senado romano, nos referimos a Viriato, supo aunar la táctica y estrategia militar de las legiones con la forma de luchar de pueblos que se le unieron como el caso de los lusitanos, acostumbrados a la guerra de guerrillas, donde golpes de mano rápidos y sorpresivos causaban daños materiales y morales en las tropas romanas.
Tal fue el éxito de Sertorio que Roma tuvo que mandar a sus mejores generales para derrotarlo. Sertorio, además de reforzar sus alianzas con los pueblos hispanos, gobernar sus territorios fácilmente e incluso crear un senado con representantes de sus aliados, mediante sus triunfos atrajo a varios romanos opositores a Sila, como fue el caso del general Marco Perpena Ventón, quien acudió con un nutrido ejército. Ante esta situación Roma decidió atacar a modo de tenaza por medio de dos grandes ejércitos. Uno entró por el norte de la península ibérica al mando de Cneo Pompeyo Magno y otro por el sur al mando de Quinto Cecilio Metelo Pío. Entre ambos consiguieron rodear a Sertorio y sus tropas alrededor del valle del río Ebro, en concreto pudieron sitiarlo en las ciudades más fieles a su persona: Ilerda, Hosca y Calaburris. 
Las continuas derrotas, deserciones y motines, fueron debilitando el ejército de Sertorio, que incluso comprobaba con indignación cómo sus aliados Hispanos le abandonaban. El final de Sertorio estaba próximo. Le arrebataron la vida, no en un campo de batalla como hubiera deseado, sino como ya le ocurriera a Viriato, fue asesinado tras conspirar contra él varios de sus comandantes más cercanos. Durante una cena en su honor los comandantes traidores se lanzaron sobre él, asestándole numerosas puñaladas mortales, sin que Sertorio tuviera la más mínima oportunidad de defenderse. Triste final para un personaje del que el célebre historiador Plutarco dijera: 
“Sertorio, el cual ha sido más contenido que Filipo en el trato con mujeres, más fiel que Antígono con sus amigos, más humano que Aníbal con los contrarios, y no habiendo sido inferior a ninguno en la prudencia, fue muy inferior a todos en la fortuna, la que siempre le fue más adversa que sus más poderosos enemigos, y sin embargo, desterrado y extranjero, nombrado caudillo de unos bárbaros, fue digno competidor de la pericia de Metelo, de la osadía de Pompeyo, de la fortuna de Sila y de todo el poder de Roma.”
En nuestro siguiente paseo por la historia conoceremos a Espartaco...

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